A veces me siento, y me paro a pensar en la razón de que la felicidad de otro nos pueda producir placer, como es que la simple existencia de alguien pueda mover en tu interior una "fuerza" que consigue crear la felicidad en nosotros.
Como somos capaces de darlo todo por alguien, cambiar nuestra alegría por una sonrisa suya, dar nuestro tiempo en sorprenderla, a esa persona que poco a poco y sin motivo aparente se fue convirtiendo en la razón de nuestro buen humor, de nuestras mejillas sonrojadas y de que a pesar de todo logremos regalarle una carcajada al mundo.
Y sigo sin encontrar el motivo de nuestras ganas de recibir una mirada que en el fondo diga "gracias", que nos ilusionemos con una simple risa, con una caricia o un guiño discreto.
Pero es así en el fondo somos tan ingenuos de pensar que el amor es duradero y que la felicidad puede llegar a ser infinita, cuando todos sabemos que lo bonito de esta vida es efímero, y por lo tanto, tan adictivo.
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