Somos líneas que van y vienen. Que traspasan pieles y cuerpos, que se rompen entre orgasmos y sudores.
Yo ando entre esas líneas que van y vienen, que a veces van más y otras vienen de lejos. Nunca me quedo, nunca te quedas. No estamos entre esas líneas que dejan de ir y venir. No somos un quizá ni tampoco queremos ser un es la hora.
Supongo que tú vas más que vienes y ese es el problema. Que no entiendo cómo puedo ir tanto y que no te importe tú seguir alejándote. Pero quiero seguir estando piel a piel contigo, y deshacerme entre llamas y estrellas mientras tú me miras y estallas en mil colores.
Y el problema de que duela queme es que un día dejaré de venir y seré como aquella línea que dibujas que sólo se va y se va sin mirar atrás.
Quizá cuando sea esa línea que va y no la que viene seas tú el que vaya hacia atrás, desdibujando tus pasos y acercándote al punto en el que nos deshacíamos entre pulsaciones desenfrenadas, en el que agarrabas mi pelo y besabas cada parte de lo que quedaba.
Hay muchas líneas en mi vida. Algunas más difusas, otras menos. Hay líneas que se van. Y otras que vinieron sin avisar.
Pero, sin duda, la única línea que duele quema eres tú.
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