Todo se va perdiendo poco a poco, como un cigarro que se consume a la vez que alguien se lo fuma. Al final todo acaba en cenizas que con el tiempo se elevan, se alejan y se olvidan.
Tú y yo éramos como ese cigarro. Empezamos a fumarlo con deseo y con ansia, emocionados en el comienzo.
Luego a la mitad empezamos a atragantarnos con el humo, aunque conseguimos coger una bocanada de aire y seguir respirando.
Al final el cigarro se acabó y quise otro.
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